Infección en el territorio Cervicofacial
La amplia estructura cervicofacial ―que aloja el inicio del sistema digestivo y respiratorio, el sistema visual, el sistema gustativo, el olfato y el aparato de la voz alojado en nuestra laringe con caja de resonancia a nivel nasal y oral― es nuestra base inigualable de comunicación, de expresión y cariño. Un beso, un guiño o una mueca solo lo podemos realizar con nuestra cara y expresión facial. En esta zona también se pueden presentar enfermedades del tipo infeccioso, las que pueden ocasionar desde un dolor moderado hasta un cuadro muy grave a nivel de rostro y organismo como un todo, con carácter invalidante.
Esta región tiene grados de asociación y correlación de vecindad en forma de duplas, como la maxilo orbitario, naso maxilar, maxilo mandibular, mandíbulo cervical, orbito encefálico, cervicofacial y una dupla exclusiva con el “sistema dentario”, la dento maxilo mandibular. Los maxilares son la única región del cuerpo que poseen piezas dentales, con todas sus patologías y problemas asociados, tales como caries, sarro bucal, dolores y algias asociadas al sistema dentario, incrementando la generación de cuadros infecciosos desde la región buco dentaria, maxilar y mandibular. Todas estas entidades están comunicadas y relacionadas por distintos espacios anatómicos. Estos verdaderos “túneles y caminos naturales” de nuestra anatomía cervicofacial dan la ruta de diseminación de procesos infecciosos, los cuales se difunden y diseminan. La infección con una carga bacteriana parte desde la región buco facial hasta el cuello, y si no se tiene el debido control, discurre directo al tórax a través del mediastino, con el compromiso y peligro de una diseminación a todo el organismo y, en esencia, mortal. Así como de forma normal y habitual viven muchas entidades bacteriológicas propias de la región nasal como el haemophilus influenzae, también existen cepas bacterianas propias de la región bucofaríngea, como el streptococos. Toda la piel habitualmente es contaminada por staphilococus ante cualquier baja de defensas, generando graves infecciones. Cuando hablamos de baja de defensa significa una inmunodeficiencia, la cual puede ser por estrés, farmacológica al consumir medicamentos para enfermedades como el lupus sistémico o artritis reumatoide, o francamente en pacientes VIH positivo portadores o en franco proceso de enfermedad del VIH, en quienes la baja de defensas permite difusión y diseminación muy rápida de procesos infecciosos. La clave para evitar complicaciones del tipo infecciosas está en concurrir con profesionales especialistas en clínicas debidamente acreditadas y en forma oportuna.